Esta obra es pintada por Francisco Llácer, notándose la influencia de su maestro Vicente López.

En él se representa el momento del óbito del Santo que recibe la visita de Cristo y de un grupo de ángeles que preparan los lienzos para amortajarle. Otros tres seres angélicos están a punto de penetrar en la estancia donde agoniza San José. Un mismo resplandor envuelve las figuras de Cristo y de San José, a cuya cabecera del lecho asoman pequeños querubines. El Santo moribundo y los ángeles miran a Cristo que levanta su mano derecha hacia el cielo mientras que con la izquierda coge la izquierda de San José.

San José se considera el patrón de la Buena Muerte. Los Evangelios no relatan su muerte, pero es fácil imaginarnos al mismo Jesús asistiendo en ese momento al que hizo el papel de su padre. Indicándole el cielo y acampanándolo. Por eso nosotros queremos tener una buena muerte como la tuvo San José, siendo acompañado y asistido por el mismo Señor.

Esta obra ha sido restaurada, respetando el estilo de Llácer, por Ricardo Manent.