Proclamamos tu grandeza, Señor,
porque sólo tú eres santo;
compadecido de nosotros,
enviaste al mundo a tu Hijo, Jesucristo,
el que inicia y completa la santidad.
Él envió sobre la Iglesia naciente el Espíritu Santo Defensor,
voz que enseña los secretos de la perfección en el amor,
brisa que inspira fortaleza y suavidad,
fuego que enciende en caridad los corazones de los fieles,
semilla divida que produce abundantes frutos de gracia.
Te glorificamos, Señor,
porque llenaste con estos dones al P. Juan Gilaber Jofré;
concédenos poder imitar en nuestras vidas su ejemplo admirable,
de modo que nuestra devoción filial a María
vaya siempre acompañada por la defensa de la justicia,
la predicación de la verdad y la práctica de la caridad
con los hermanos más desamparados.
Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas,
por los siglos de los siglos. Amén.