Los cimientos de la Real Basílica de la Virgen de los Desamparados descansan sobre el foro de la Valentia romana. Se inaugura en el año 1667, cuando la devoción por la Virgen estaba muy extendida en la sociedad valenciana, convirtiéndose desde ese momento en el centro de la vida religiosa de los valencianos. Se erige en un estilo tardo-renacentista, con cuatro grandes puertas de acceso que constatan su carácter de templo para la peregrinación.

De estilo academicista, severo pero rico, en su decoración, el estuco de las paredes, los zócalos de mármol sobre los que corren piedras rojas de Aspe, las pilastras de mármol del mismo color, apoyadas sobre pedestales de mármol obscuro, etc., armonizan noblemente, resaltando los planos y enjutas de los siete pórticos que abren a la nave oval.