Basilica de Ntra. Sra. de los Desamparados

El Arzobispo pide seguir el camino cuaresmal

En la misa solemne de San José en la Basílica de la Virgen de los Desamparados.

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, señaló ayer, jueves, que “la ausencia de las fiestas que debíamos celebrar, no debería apartarnos del camino cuaresmal, un tiempo de silencio, que es especialmente adecuado en este periodo de la pandemia”. Ahora “mente, corazón y vida centrados en Dios”. El Arzobispo presidió la celebración en la Basílica de la Virgen de los Desamparados de la misa por la solemnidad de San José.

El cardenal arzobispo señaló que “San José es una figura cercana querida por el pueblo de Dios, una figura que destila ternura e invita a pedir la misericordia de Dios. No podemos olvidar su figura. A él se le confió la custodia de los tesoros más preciosos: su Hijo único y su Madre Santa, en él tenemos la gran intercesión”.

Igualmente, recordó que “hay pocas alusiones a San José en los Evangelios, sin embargo nos ofrece los trazos de esta figura singular. Decir que era un hombre justo, es decirlo todo de José, encierra toda la santidad, un hombre íntegro, recto. Es decir, desde la solidez de toda su persona, que se caracteriza por vivir de la fe, ya que fue la fe la que le guió en su desconcierto de noche oscura, fiándose de Dios enteramente renunciando a sí mismo, a su criterio, y a su proyecto propio. Confiarse en Dios no significa ver todo claro ni realizar lo que hemos proyectado, quiere decir vaciarnos de nosotros mismos, y así vivir y caminar en la verdad y la luz”.

El Cardenal añadió que “San José ha dado prueba de fidelidad plena, incluso con un anuncio tan sorprendente como la gestación de maria. Creyó contra toda esperanza, se fió de Dios, cumplió su misión de forma humilde y eligió ese estilo, qué gran ejemplo en este momento para la tribulación que estamos sufriendo todos con la pandemia. Y en todo ello animado San José por un amor que crecía en la pequeña casa de Nazaret, crecía Jesús y crecía José a los ojos de Dios con la presencia y el cuidado de Jesús”.

El Arzobispo se refirió a San José como “el hombre de la misión cumplida sin gestos ni alharacas, como decía San Juan Pablo II, ‘el hombre del silencio’. El custodio, educador, protector del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia, doctor universal. Qué ejemplo tan grande al ser silenciosamente servidor de otros, de Cristo, que se identifica con los desvalidos, como los que sufren ahora con la pandemia. Dios nos concede un protector, que nos da aliento y luz para poner nuestra confianza en Dios, que está con nosotros especialmente en estas circunstancias”.

El Cardenal afirmó que “la Iglesia también siente necesidad del apoyo de San José, que debe ser invocado, sobre todo, como aliento y evangelización en el mundo, para que el mundo crea, necesitamos la fe, y acompañar al hombre en su desgracia. También que le invoquemos ante la persecución de los cristianos en tantos lugares, y en nuestro ámbito, ante la situación actual en la que la Fe está marginada. Aprendamos de él los designios de salvación y entrega que nos pide Dios de servir a los más vulnerables, atender y ayudar a todos, y que él nos ayude a encontrar las respuestas de la medicina”.

Por último, animó a que “pidamos por los profesionales sanitarios, que con tanta generosidad están atendiendo en los hospitales y otros lugares, y pidamos por las autoridades sanitarias para que estén en unidad verdadera ante esta situación, en la que pedimos la intervención de san José”.